viernes, 26 de febrero de 2016

Aborto, un tema difícil.


 

Hay temas controvertidos y difíciles de tratar. El aborto es uno de ellos.
Hay quien esta a favor de que las mujeres somos dueñas de nuestro cuerpo y a quien piensa que se trata de matar a un ser humano.
Sin entrar en conflictos y debates, esta es la historia de María, una mujer que abortó por decisión propia.


Tenía 28 años, dos niñas, un marido al que adoraba.
Una vida perfecta en lo emocional, pero estábamos al límite en lo ecónomico.
Vivíamos al día 4 personas con un subsidio por desempleo, teniendo que pagar casa y comida y sin ayuda de familiares y ya ni que decir del estado.
Yo era muy regular para la regla así que cuando llegó el día 29 y todavía no me había venido empecé a preocuparme.
Hay quien podrá decirme que existen los métodos anticonceptivos, pero cuando vives al día ni te planteas gastarte el dineral que cuesta unas píldoras o unos preservativos.
Ante todo, no quiero responsabilizar a nadie, la culpa es solo mía y de mi pareja. Quizás fuimos unos inconcientes o quizas teníamos tantos problemas que nuestro escape y nuestro momento de relajación era amarnos el uno al otro.
El caso es que esperé unos días, pero cuando no pude más fui preocupada al médico de cabecera que me envió a hacer la prueba de embarazo con la enfermera y por supuesto como sospechaba dió positiva.
Recuerdo perfectamente las palabras de mi médico "Viendo vuestras caras no voy a felicitarles".
Se me cayó el alma a los pies.
¿Cómo iba a afrontar otro embarazo? ¿Cómo iba a darle de comer a un bebé si ya casi no podía con mis dos niñas?
Mi marido no quería mostrar sus nervios y me decía que no me preocupara, que todo saldría bien. Pero yo no era capáz de ver cómo lo haríamos así que pensé que la única salida posible era un aborto.
Unos días después de hacerme la prueba regresé a la consulta del médico y le dije que no podía seguir adelante.
Sinceramente, fue una situación muy incómoda, porque en el fondo de mi corazón no era lo que yo quería.
Tanto el médico como la directora del centro de salud se portaron de maravilla conmigo, todo lo hicieron con mucha discresión. Me citaron en un despacho, delante mío llamaron a la clínica y me pasaron el teléfono para que hiciera todas las preguntas que quisiera.
Los días anteriores a la intervención fueron horribles. No podía comer ni dormir pensando en lo que iba a hacer. Mi marido me decía que no lo hiciera, que encontraríamos la solución, pero yo sabía que no la había.
Y llegó el día. Mi marido quería ir conmigo, pero preferí que me acompañara una amiga para no ponernos nerviosos el uno al otro.
En la clínica fueron muy atentos conmigo. Hablé con un médico, luego con una psiquiatra...la verdad es que lo recuerdo todo como un sueño...una pesadilla, porque estaba tan mal que no podía reaccionar.
Recuerdo los ruidos, mis llantos, el ginecólogo preguntando si lloraba por dolor...si, pero era un dolor que no pasaría con analgésicos. Salí de ahí, después del reposo y ahí estaba mi amiga esperándome con un gran abrazo...Siempre le agradeceré su silencio, no quería palabras en ese momento.
La hemorragia pasó, el dolor en el cuerpo...Pero en mi mente por mucho tiempo se mantuvo la angustia y la desesperación.
No podía ver un bebé sin llorar. Dejé de ir a cualquier fiesta o reunión donde hubiese niños pequeños, simplemente no podía.
El tiempo ha curado un poco las heridas, ya han pasado 5 años, pero creo que jamás se cerrarán porque mi vida ya no es la misma.
Seguramente mucha gente juzgue mis actos, y lo entiendo, pero os puedo asegurar que no fue una decisión precipitada ni algo que me hiciera felíz. Todo lo contrario, ha sido la decisión más dificil y con más consecuencias que he tomado en mi vida.


Esta es la historia de María. No queremos juzgar, ni emitir juicios de valor al respecto porque no es nuestra labor. Simplemente ponerle voz a una mamá que pasó por una situación difícil y quería compartirla con Mamis a la Carrera.


No hay comentarios:

Publicar un comentario