Soy madre, de cuatro hijos.
Nuestra intención era tener sólo dos pero la vida te da sorpresas y llegaron las bichitas.
Soy madre. Juego con mis hijos, los disfruto, los regaño, les ayudo con los deberes.
Soy madre. Estoy ahí cuando mis hijos me necesitan. Mis no casi siempre terminan siendo sí, mis enfados acaban en risas y si tengo que recorrerme 20 sitios para encontrar algo que me han pedido y se merecen lo hago.
Soy madre. Salgo a la calle con dos bolsos, no sea cosa que les falte algo a las niñas, mi casa es la "casa de los trabajos prácticos" ya que siempre se reunen aquí para las actividades de grupo y nunca me voy a acostar sin ver que estén dormidos, cómodos y bien tapaditos.
Pero sobre todas las cosas soy una persona. Yo, Natalia.
Me gusta el momento en el que los niños duermen y puedo disfrutar de un rato con mi pareja.
Disfruto del silencio y de una ducha sin interrupciones.
Me encanta que mi cama sea ahora para dos y ya no para 3, 4 o más. Y que las gemelas duerman cada una en su cuna en su habitación toda la noche sin interrupciones.
Lo único "infantil" que hay en el salón es el parque de las niñas porque les hemos hecho sus espacios de juego en otra parte de la casa.
Y si eso me hace mejor o peor madre a la vista del mundo me da igual. Mis hijos son felices, yo soy felíz.
Ser madre es lo mejor que me ha pasado en la vida, pero no es lo único.
Tengo una pareja que me adora y a la que adoro, amigas con las que me río, discuto y me vuelvo a reir, una madre con la que puedo hablar sin censura y con la que puedo discutir porque sé que al final aunque no estemos de acuerdo el apoyo y el cariño va a estar ahí...
Y me tengo a mi misma. Con mis inquietudes y mis proyectos. Ultimamente un poco más descuidada porque necesitaría días de 40 horas mínimo, pero intento siempre que puedo recordar quien soy y dedicarme mi tiempo porque soy más que una madre...
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